HE AQUÍ ÉSTA PORTENTOSA VISIÓN DE LO QUE VIENE..
Por: José Sant Roz
Septiembre 17, 2019
Desvelando el acertijo DOLOROSO de este drama que nos sobrevino, después de la muerte del Comandante Chávez. Un día, buscando descifrarlo, entré en un palacio con estandartes y espadas, con luces de próceres y oráculos divinos: allí pude desvelar las claves ocultas, entre ellas, que no nos encontramos en aquel 1830 cuando el Genio de las Grandes Correrías yacía inerme, ahogado en sus dolores futuros, y miró que todos sus esfuerzos se esfumaban. Que no nos encontramos en aquella ilusión gloriosa de una poderosa nación que llegó a un pináculo de gloria tan alto pero que luego fue destrozada por cientos de víboras repartidas en Bogotá, Caracas y Quito, fieras opuestas a cualquier clase de unidad y de reconciliación.
Hoy estamos blindados por una conciencia, por una ideología, por una historia y por un proyecto de largo aliento y alcance, y contra eso no valen amenazas, ni bloqueos ni invasiones. He aquí parte de esa portentosa visión que tuve al entrar en aquel palacio…
Había llegado a aquel viejo caserón de elevados techos, de pletóricos fulgores, guarnecido de decorados antiguos y con gruesos pilares de madera, …y serían como las 2:30 de la tarde cuando tras unas columnas solitarias se aferró en mí esa vivencial realidad de que se están levantando fornidos y desafiantes pelotones guerreros. Había llegado con la cabeza aturdida de preguntas, de dudas y conflictos internos, y me planté ante el cuadro del Libertador que lo presidía todo. Ahí, estrujado por el trajín de clamores lejanos, de vaguedades congeladas, de cantos utópicos, en la conmoción perenne de tantas adversidades como las que él había vivido, en medio de un silencio absoluto, llegó un viento de claridades que lo conmovió todo…:
…vi ráfagas de laberintos y fracasos, de viejos estallidos de cañones, metralla y chapoteos, voces de ciegos y desdentados… ¿era una revelación aquello?, ¿una aparición mágica?, ¿el sabor de una victoria por venir, la gloria de una batalla memorable? ¿la forja de la victoria definitiva por darse, que sería recordada por mil siglos?.
Allí, entre penumbras, con tenues luces melancólicas, brotando de un jardín a lo lejos reflejos de pétalos, espinas y rosas, oí aquella voz que venía de Carabobo y Boyacá, de Bomboná y Pichincha, de Junín y Ayacucho. Un súbito fulgor emergió de las entrañas de aquellas epopeyas y una algarabía de voces estremecieron los espacios, y me dije: es la clarinada, el renacer del cielo profundo, de los misterios rítmicos y el fragor de las caballerías al trote.
“Que no podrán doblegarnos ni someternos”, oí su voz. “Contamos con un arma que desconocen, más poderosas que todas las bombas y truenos inteligentes, que las argucias miserables de los acuerdos, diálogos o tratados urdidos por la esclavizante Europa y los Estados Unidos. Nunca sabrán de la sorpresa que tenemos entre manos… Nuestra razón, nuestra alma, nuestra moral, nuestra HISTORIA…
Por más tinieblas y tormentas que nos sacudan, por más ataques que traten de lanzarnos, por más bloqueos que nos abrumen de dolor, contaremos con el sueño dulce e inocente de la resistencia, con la creativa y loca…, con la bendita como despiadada y enternecedora necesidad de amar a nuestra PATRIA, de dar por ella amor, y por ella ¡VENCER!.
En aquel aposento de fragores y visiones aceradas, rodeado de figuras señeras, en las puertas de la salida definitiva la luz se hizo más intensa; viendo a nuestros hermanas y hermanos marchar por entre aquellos pasillos estrechos; entre el murmullos de esperas (también eternas), de ansiedades rancias y cansadas, de clamores exigentes, de inescrutables trochas y caminos…; allí, donde se han urdido tantas traiciones, engaños y desengaños; que nadie sabe de qué se trata este nudo de pueblos esperanzados, leales, irrestrictos, con su dolor eterno a cuestas, velando sueños. Esos pueblos que se saben de lo que nadie habla, de los signos sagrados escritos con dones inextinguibles en todos los campos, en todas las calles, mares y ríos; de lo que viene, de lo que realmente está escrito en nuestro destino y que no se dice marcado con fuego en el corazón. El por qué de millones de por qués ocultos en las pupilas salvajes de los que ya lo han sufrido todo. En este pertinaz desentrañar de sombras, en esta tragedia que ruge en el pecho azaroso de los elegidos.
Desgarrando el fondo azaroso y mil veces removidos de los resquicios oscuros, esos que anuncian guerras o armisticios o acuerdo mientras todo se destiempla: en la esperar, para confundir o anegar en la ebriedad de los símbolos y de los códigos los nuevos demonios, los cuernos del infierno… hasta que finalmente haya que sentir esa mano,… que todo está más claro, que estamos poseído por una evidencia milagrosa, de una invencibilidad milagrosa, como los sueños, como el perfume de los campos, como la grandeza del sol mezclado con el mar.
Ya no nos importa lo que se avecine, que ya hemos desvelado el acertijo, nosotros ya acostumbrados a vivir de vértigos en vértigos…. Que jamás nos podrán derrotar porque estamos fundados, sembrados, en una ideología de estrellas y palmeras, en una historia gloriosa y en una decisión clara y fulminante de vencer o triunfar, en nombre de Bolívar, de Sucre, de Chávez, de todo este pueblo tan sufrido.
El Valle de Simón / H. Andrade
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